sábado, 10 de mayo de 2008

Evasión.

Evasión. Solo pido eso, evasión. Solo quiero poder cerrar los ojos, que el sonido de mi alrededor se apague con la luz y que al volver a abrirlos me encuentre en un lugar muy lejano, aislado, natural; un lugar hasta el que no llegue el día a día, la rutina, la monotonía. Quiero aparecer en un lugar montañoso con nieve en la cima de sus picos e inmensas praderas verdes por la falda de las montañas, desde las cuales puedes ver el mar, un mar que se confunde con el horizonte, que se mezcla con el cielo, que difumina tus preocupaciones y disuelve tus problemas. Un mar azul oscuro, inmenso, imponente, grandioso, que al mirarlo produce el deseo de fundirte con el y a la vez el temor de perderte en sus profundidades. Pero no importa, prefiero hundirme en él, permanecer allí indefinidamente que despertar de mi ensoñación y verme de nuevo en mi estrecha, angulosa y agobiante vida, de la cual solo puedo escapar de esta manera. Vuelvo a mi paisaje, es un día nublado, en perfecta armonía con mi estado de ánimo, pero entre las nubes espesas puedo apreciar un leve rayo de sol que se empeña en alumbrar mi rostro e intenta calentar mi corazón, difícil meta. Yo permanezco inmóvil, sintiendo la calidez del aire que juega con mi pelo, queriendo ser ave para sobrevolar mi paisaje o, mejor, queriendo ser brisa, un soplo de aire, un suspiro, disfrutando de la libertad de recorrer todos los rincones de mis montañas, mis praderas y rozar con la punta de los dedos la superficie de mi gran mar azul. Siento que rozo sus olas, les transmito mis sentimientos y como respuesta aumentan la frecuencia y la intensidad de sus embestidas, chocando una y otra vez contra el acantilado rocoso en el que acaba una de mis montañas, impactan cada vez más fuerte contra la base de las rocas, mientras que en la altura el ave que añoraba ser antes observa cautelosa la escena, observa el mar con sus olas, observa la brisa, me observa. Dejo de ser brisa, vuelvo a mi sitio en las montañas, pero poco a poco van haciéndose más difusas, intento agarrarme desesperadamente a mi paisaje, pero una fuerza superior tira de mi y me obliga a volver a la realidad, donde aparezco con la mirada perdida y la añoranza de mi lugar expandiéndose por todo mi ser...

1 comentario:

The Anarchist dijo...

A grandes pinceladas de locura.


Te quiero mi vida